miércoles, 18 de abril de 2012

BERTOLD BRECHT: Cinco dificultades para escribir la verdad - I



"Quien quiere combatir la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que vencer por lo menos cinco dificultades. Deberá tener el valor de escribir la verdad, aun cuando sea reprimida por doquier; la perspicacia de reconocerla, aun cuando sea solapada por doquier; el arte de hacerla manejable como un arma; criterio para escoger a aquellos en cuyas manos se haga eficaz; astucia para propagarla entre éstos.Estas dificultades son grandes para aquellos que escriben bajo la férula del fascismo, pero existen también para aquellos que fueron expulsados o han huido, e incluso para aquellos que escribe en los países de la libertad burguesa"

1. EL VALOR DE ESCRIBIR LA VERDAD

Parece cosa sobreentendida que el escritor debe escribir la verdad, en el sentido de que no puede reprimirla o callarla y de que no puede escribir nada falso. No debe doblegarse a los poderosos, no debe engañar a los débiles. Naturalmente que resulta muy arduo no doblegarse a los poderosos, y en cambio es muy provechoso engañar a los débiles.

 Desagradar a las clases acomodadas significa renunciar a la posesión de bienes. Renunciar a la paga por el trabajo efectuado significa, en ocasiones, renunciar al trabajo, y rehusar la honra entre los poderosos significa a menudo rehusar toda honra. Para esto hace falta valor. Las épocas de represión más extremada son generalmente épocas en que se habla de cosas grandes y sublimes.

 Hace falta valor, en estas épocas, para hablar de cosas tan vulgares y pequeñas como la comida y la vivienda de los obreros, en medio de un gran vocerío que proclama que lo principal es el espíritu de sacrificio. Cuando se colma a los campesinos de homenajes, tener valor es hablar de máquinas y forrajes a bajo precio que facilitaría su tan venerado trabajo. Cuando por todas las emisoras de radio se proclama a gritos que es mejor el hombre sin erudición y cultura que el sabio, entonces tener valor significa preguntar: ¿para quién es mejor? Cuando se habla de razas perfectas e imperfectas, tener valor es preguntar si el hambre, la ignorancia y la guerra no engendran deformaciones graves. Así mismo se precisa valor para decir la verdad sobre sí mismos, los vencidos. Muchos de los que son perseguidos pierden la capacidad de reconocer sus errores. La persecución les parece la mayor injusticia. Los perseguidores son, puesto que persiguen, los malos; ellos, los perseguidos, son perseguidos a causa de su bondad. Pero esta bondad ha sido golpeada, vencida y prohibida, y era por eso una bondad débil; una bondad mala, inconsistente e insegura: porque es inadmisible atribuir la debilidad a la bondad como a la lluvia su humedad. Para decir que los buenos no fueron vencidos porque eran buenos, sino porque eran débiles, hace falta valor. 

Naturalmente, hay que escribir la verdad combatiendo la falsedad, y no puede ser una cosa genérica, abstracta y ambigua. De esta especie abstracta, genérica y ambigua es precisamente la falsedad. Cuando se dice de alguien que ha escrito la verdad, por de pronto es que algunos o muchos o uno solo han dicho algo distinto, una mentira o algo genérico, pero él ha dicho la verdad, algo práctico, positivo, innegable, ha puesto el dedo en la llaga.

Menos valor se precisa para quejarse en términos generales de la ruindad del mundo y el triunfo de la barbarie y amenazar con el triunfo del espíritu, en una parte del mundo donde esto todavía está permitido. Entonces muchos actúan como si se les apuntara con cañones, cuando en realidad sólo se ha dirigido hacia ellos unos anteojos de teatro. Proclaman a gritos sus pretensiones de orden general en medio de un mundo de amigos insignificantes. 

Piden una justicia universal por la cual nunca han hecho nada, y libertad universal para obtener parte del botín que fue compartido con ellos largo tiempo. Tienen por único verdadero aquello que suena bien. Cuando la verdad se presenta como algo numérico, seco, real, algo cuyo hallazgo requiere esfuerzo y estudio, entonces no es una verdad para ellos, nada que les suma en el entusiasmo. Tienen únicamente el comportamiento de aquellos que dicen la verdad.

 Su miseria es que no saben la verdad.

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